1. ¿Cuándo empezaste a correr?
Imagino que te refieres a
correr de manera asidua. Me acuerdo perfectamente, fue en otoño
del año 1995 con 18 añitos, ¡de esto hace ya casi 22! Por supuesto
en tanto tiempo ha habido momentos de mayor y menor regularidad. Mi
última época de salir de manera regular comienza en julio de 2014
coincidiendo con la creación del grupo de Beer Runners en
Pamplona.
Pues mira, siempre he
sido una persona impulsiva en cuanto a nuevas experiencias. Recuerdo
a mi hermana, otra lanzada, comentar en casa que iba a apuntarse con
unas amigas al Mapoma (Maratón Popular de Madrid). Y yo allí que
fui detrás. Entonces lo veía como algo poético, ya que no tenía
referencias, no tenía ningún conocido que hubiera corrido una
maratón ni a nadie cerca que me pudiera asesorar con su experiencia
acerca de dónde me metía o que al menos me previniera de que estaba
cometiendo una locura, ya que sin duda la estaba haciendo, pero eso
formaba parte de la experiencia y de la vida. Así que al comenzar la
universidad me puse a correr 2 veces a la semana, como unos 5 km, poca
distancia si se compara con los parámetros actuales, y creo que
nunca llegue a hacer 10 km. Por entonces no había esta fiebre que hay
ahora con el correr, ni “planing” de entrenamientos, ni casi
conocimiento; las camisetas eran de algodón puro de ese que hace
sangre y las zapatillas de correr eran las mismas con las que se
jugaba al tenis o incluso al fútbol. La XIX Edición del Mapoma un
25 de abril de 1996, me bautizó como corredor popular en la prueba
reina, fue un cúmulo tal de sensaciones que esta afición la sigo
manteniendo con orgullo a día de hoy.
3. ¿Qué aporta correr a tu vida?
Correr para mí es
básicamente una actividad social, una afición que te hace conocer a
gente y compartir momentos y experiencias. Es además una actividad
que considero muy beneficiosa para el cuerpo y la mente, bien
planteada, te tonifica los músculos, te endurece los huesos e
incluso te mejora el sistema inmunológico y psicológicamente te
refuerza porque generas también unas endorfinas que son muy
positivas para mantenerte altivo y positivo.
Existen otros valores que
se adquieren con la práctica habitual, como son la constancia, la
disciplina o la capacidad de esfuerzo y sacrificio. Sin duda si
estuviera en un departamento de recursos humanos seleccionando a
candidatos para un puesto de trabajo, serian detalles que no dejaría
pasar en alto.
Suelo correr de las tres formas
posibles. Voy solo cuando me apetece desconectar del entorno y
hablar conmigo, mientras realizo una actividad que me relaja y me
oxigena, en un entorno abierto. Voy en pareja o en pequeños grupos
cuando me apetece charlar y conversar con amigos. Y en equipo, para
reforzar esos lazos de pertenencia que antropológicamente
necesitamos como seres sociales.
Para mí los retos son
planteamientos que te permiten seguir creciendo. No hay unos mayores
que otros, porque al final todo ayuda a crecer y a madurar, aunque es
cierto que hay cosas que uno recuerda que le han costado mayor
esfuerzo. Las carreras más largas, siempre suelen suponer una mayor
demanda física, y los hechos más recientes siempre son recordados
con mayor claridad, en ese sentido podría hablar con orgullo de
haber terminado la 2da edición de la Maratón de montaña del Valle de Tena el
año pasado.
Los que me conocen saben y además lo
he comentado antes: soy bastante impulsivo. Salvo honrosas
excepciones no planifico las carreras con tiempo, y por tanto mis
retos surgen de la aleatoriedad del momento, de mis circunstancias y
de mi estado anímico. En este sentido soy muy caótico. Sin ir más
lejos me apunte con menos de 2 semanas a la maratón de Sevilla del pasado día 19 de febrero. El resto está por venir.
No es literalmente
corriendo, aunque sus consecuencias desde luego las sufrí corriendo.
Año 2014. Maratón de Helsinki. Cojo un vuelo nocturno desde
Barcelona. No suelo facturar, pero en el aeropuerto de Barcelona, me
dicen que no puedo pasar con ese bulto, así que lo tengo que pasar
por cinta. Durante el vuelo me sientan con una persona que lleva unas
zapatillas de correr, así que intuyo que también va a correr y
comenzamos a hablar, le pregunto sobre las zapatillas y me dice entre
otras cosas que son las que va a usar para la carrera. Y entonces le
pregunto sobre si es un ritual llevarlas puestas. A lo que me dice
algo que se me quedó grabado: “No, no es un ritual, pero si quiero
que las zapatillas me lleven hasta la meta, yo me debo asegurar de
llevarlas hasta la salida”, y me empecé a reír. Cuando llegue al
aeropuerto, "tachán tachán", mi mochila no estaba, se había
extraviado, como puedes intuir dentro estaban aparte de mis calzas,
mi camiseta técnica o mis calcetines, por supuesto mis zapatillas
de correr. La frase de mi compañero de asiento cobraba todo su
sentido. Era fin de semana 1:00 am del sábado. Nada abierto y yo sin
nada. Por la mañana acudí temprano a la feria del corredor donde
me dieron una camiseta técnica de la prueba, me regalaron unas
medias, y me prestaron unas calzas y en el único “stand” donde
promocionaban algo de zapatillas compre las únicas que había, un
modelo de Asics, patrocinador de la prueba, y que por supuesto ni
siquiera eran de mi número. El estado lamentable y deplorable de
mis pies al acabar la carrera fue la causa de que desde ese día me
planteara empezar a correr descalzo y acuñar mi propio lema: “No
es imprescindible en la salida, lo que no es necesario en la meta”.
Me gustaría que participasen más
mujeres. Y aprovecho también para proponerte que abras un poco más
la entrevista también a las parejas de los corredores, “Cuando
empezó a correr el/ella” “Que supone para ti que él/ella corra”
“Que anécdotas has vivido desde la barrera” etc .
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